El Cantar de Mio Cid: ¡Por la gloria, el honor y el rey! (Primer texto)

 El Cantar de Mio Cid, obra compuesta alrededor del 1200, la cual no posee un autor confirmado, es una obra que trata de las hazañas de nuestro protagonista, el Cid. Nuestro valiente caballero sufre la desdicha de ser desterrado por su rey, lo cual lo marca fuertemente -y cuando digo fuertemente, es FUERTEMENTE, con mayúsculas-. El Cid tratará de recuperar su honor a través de múltiples hazañas que son narradas en su obra, desde ganar varias tierras no cristianas -y así dárselas al rey- como hacerse respetar con cualquiera que le falte el respeto a él o a su familia. 


Antes de repasar los medios para el escapismo de la obra, es importante saber en quién está inspirada la obra, o sea, en el querido y respetado -en su época- caballero Rodrigo Díaz de Vivar. Rodrigo fue un líder militar cuanto menos destacable, el cual conquistó varias Tierras gracias a su notable mando. A pesar de no tener esa casi obsesión por la honra como el Cid, las ostentosas hazañas de este eran motivo suficiente para vanagloriarlas en una obra.

En este cantar, encontraremos dos medios para eludir el sufrimiento: el honor, la honra y la gloria. El honor y la honra, por más que no sean lo mismo, ambas están fuertemente conectadas. Ambas se basan en el respeto de uno mismo hacía con los demás, por lo que tener a ambos en el lugar donde se merecen, es lo idóneo para cualquier persona de la época, sobre todo si se trata de un caballero. Por esto mismo, el Cid hará todo lo posible para recuperarla y callar las malas lenguas por el destierro que le hizo el rey. Esta honra será el foco principal de la obra, por no decir que es el objetivo supremo del Cid. La importancia de la familia, por más que se es mencionada, es relegada a un papel secundario, no tiene comparación con la importancia que se le de a la restauración del honor del Cid.



Y ni hablar de la cantidad de soldados heridos y asesinados a lo largo de la obra, los cuales son mencionados como si fueran unos simples sacos de boxeo para el Cid o juguetes para el Cid: 


“Ya Mio Cid Ruy Díaz / por esa puerta entraba,

se ve cómo en su mano / trae desnuda la espada.

Quince moros mató / en aquella jornada,

Castejón ha ganado / y con él oro y plata.”


¿Tan solo 15 moros? No es nada a comparación de la gloria que está alcanzando el Cid. No importa si esos moros tenían familia, vecinos, y seres queridos con los cuales tenían relaciones estrechas y profundas, a quién le importa. Lo que realmente vale es cómo hablarán bien del Cid cuando este restaure su honor, ¡Nada más! 

Ahora, otra temática que se toca es la gloria por la guerra. Y nuevamente, usemos las mayúsculas: GLORIA POR LA GUERRA.


A lo largo de todo el poema, el Cid va barriendo moros con su espada como si alguien estuviera barriendo su casa un domingo por la mañana. La diferencia es que nosotros por barrer no sacamos una gran recompensa. Quizás nuestra sala de estar luce más limpia y acogedora, a diferencia del Cid, que es glorificado como un caballero único, destacable y poderoso, al cual uno estaría orgulloso de acompañarlo en sus travesías.

Y para qué mentirnos, el poema está escrito de una manera tan bella que uno, que hasta a uno le dan ganas de dejar su vida de lado e ir a combatir a la guerra con el flamante campeador:


“Veríais tantas lanzas / ya subir, ya bajar,

tanta adarga veríais / romper y traspasar,

tanta espesa loriga / deshacerse y quebrar,

tantos blancos pendones / rojos de sangre estar.

tantos buenos caballos / sin sus dueños andar.”


Si estar embobado de adrenalina, teniendo un poder de Dios en tus manos y pudiendo morir tan solo en cuestión de segundos, no es motivo suficiente para embarcarte en esa aventura, quizás lo sea algo más adaptado a nuestra época moderna y cultura occidental:



Luego de escuchar esta canción, ¡necesito servir al Cid! ¡Encontré un nuevo sentido de vida!


Comentarios