Santa Teresa de Jesús: ¡En ti pongo mi vida, señor! (Segundo texto)

Santa Teresa de Jesús, nacida en 1515, fue una monja más que destacable. Además de ser fundadora de la Orden de las Carmelitas, es una de las mayores representantes de la poesía mística de su época. Por esta y más razones, se le considera una de las maestras más doctas dentro de la vida espiritual de la iglesia. No nos quedará duda alguna de aquello cuando veamos un poco las temáticas de su poesía.


Santa Teresa, en la conexión subjetiva que tenía con Jesús, necesitaba un método de expresión para transmitirnos su tan fascinante sensación al estar en contacto con su señor. 


“Dios alteza, un ser, bondad,

la gran vileza mirad

que hoy os canta amor así:

¿qué mandáis hacer de mí?”


Tan fuerte es su amor por Dios que lo que más espera es la muerte del cuerpo, para que así el encuentro con el señor sea director, sin barras que la aprisionen del mayor sentido de su vida:


“¡Ay, ¡qué larga es esta vida!

¡Qué duros estos destierros,

esta cárcel, estos hierros

en que el alma está metida!

Sólo esperar la salida

me causa dolor tan fiero,

que muero porque no muero.”


Debe ser duro que uno de tus sentidos de vida más poderosos sea el morir, al menos de lo que ella llama su Vida de prisión. La verdad, me cuesta añadir algo más a los versos. Nuestra condición de occidentales modernos nos hace ver estos versos de Teresa como algo inadecuado, o para otros, algo completamente irracional. Dedicarle todos tus días y pensamientos a un solo ser puede ocasionar una desviación en el actuar y en el quehacer diario, dirían algunos, pero bueno, eso es harina de otro costal. 

Por más que nos cueste asimilar una devoción tan extrema, estoy seguro que cada uno en sus vidas ha conocido a alguien similar, tal vez a un compañero de clase o de trabajo que estaba pasando por un mal momento en sus vidas, los cuales se sentían perdidos y desolados en la oscuridad de ese período, pero de un momento a otro, ¡PUM! Aparece Dios en sus vidas, diciéndote que goza de su compañía hasta los momentos en que te está contando el relato, mientras se seca las lágrimas con el antebrazo y te pide papel higiénico para limpiarse la nariz.

Otro gran ejemplo, pueden ser los ex convictos o drogadictos en rehabilitación que, al momento de tocar fondo con sus desgracias, la religión llegó para darle un nuevo giro a sus vidas. Dudo que cualquier lector haya tenido la posibilidad de hablar cara a cara con alguno de ellos, pero te aseguro, que al igual que las personas que usé de ejemplo en el párrafo anterior, Dios es parte importante de sus vidas. Probablemente, sin Dios, no habría una guía donde mirar. Todo sería un caos sin fin, un caos devorador de bienestar sin importar todo lo bueno que tengas alrededor. Esto es mucho más fuerte tanto en Santa Teresa, por ser monja, como en los drogadictos en rehabilitación, ya que ambos, por su propia condición, suelen estar alejados de su familia u otros seres queridos. Encuentran nuevos seres queridos ahí, en el convento, en lugar donde sus ritos religiosos son proclamados y ejecutados.




Dios ha sido quién le ha dado el giro positivo a las personas anteriormente mencionadas, por lo que una vida sin él es un tanto inimaginable para ellos. Y antes de que algún ateo quinceañero pudiera decirnos “pero eso no lo hace verdad”, le sugiero la pregunta: ¿Es preferible ver a gente deprimida, delincuente o drogadicta a personas tranquilas y en paz? Creo que todos tenemos la misma respuesta.




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